República Dominicana cuenta con 14 peajes en todo su territorio. 10 de esos son operados por el Estado y los demás forman parte de una concesión de la Autopista Juan Pablo II o Autopista del Nordeste, como se le conoce popularmente, que conecta las provincias de Santo Domingo y Samaná.
Esta semana fue tendencia porque hasta la fecha se han pagado más de 563 millones de dólares por el déficit de los peajes en una carretera valorada en 305 millones de dólares.
Cada año el gobierno se ve obligado a pagar miles de millones de pesos gracias a una cláusula que garantiza a la empresa concesionaria un ingreso mínimo, que al no ser cubierto por la baja circulación vehicular, debe ser compensado por el Estado.
Autopistas del Nordeste C. por A. es una sociedad proyecto que pertenece a Odinsa Holding, Grodco SCA. y el Consorcio Remix, constituida en el año 1999.
La estructura financiera general del proyecto está definida así:
20% del costo de la construcción lo aporta el Estado Dominicano.
20% del costo de la construcción lo aporta el Concesionario.
60% del costo de la construcción se financia a largo plazo.
100% del costo de financiación, costos de cierre, seguros y gastos indirectos, se financian a largo plazo.
Las características técnicas de la autopista son las siguientes:
Velocidad de diseño 80 km/h en general y 60 km/h en montaña.
Velocidad de diseño 50 km/h en la región de los Haitises.
Longitud total 106,59 km
Ancho de la calzada previsto 12,3 m
2 carriles, uno en cada sentido de circulación
La zona de circulación es de 7,3 m, para un ancho por carril de 3,65 m
Dos paseos laterales de 2 m c/u.
Dos bermas laterales de 0,5 m c/u.
12 puentes y 4 intersecciones
Peralte máximo 6%
Pendiente mínima 0,3 %
Pendiente máxima de 6,5% en la zona de los Haitises
Distancia de visibilidad 126 m en general y 80 m en la región de los Haitises
Sin embargo, y a pesar de ello, es una de las carreteras más mortales de toda la nación, presentando muchos puntos críticos en todo su trazado, principalmente por vicios de construcción que no fueron supervisados por la entidad correspondiente (MOPC).
En 2009, el periódico El Día, en su artículo "Los Peligros de la nueva carretera a Samaná", hacía mención de algunas de las problemáticas que aún hoy día, 12 años después, siguen siendo una realidad de la autopista que realmente no es autopista. Este es el primer error, pero se debe a que, incluso en pleno 2021, el Estado dominicano no tiene una clasificación oficial de su sistema vial. No sabe qué es una autopista, qué características mínimas debe poseer una autopista para ser considerada dentro de esa categoría, cuáles servicios puede alojar, NADA.
Tenemos consideraciones generales y de carácter didáctico, pero no tenemos un sistema de clasificación oficial. Por eso en la ciudad de Santo Domingo cualquier callejón es una avenida.
A esto se suma las consideraciones que deben tenerse al momento de planificar una carretera. No existió en el momento, ni existe ahora, un manual de estudios de tránsito que justifique los datos que ahí se establecieron para construir una carretera que, a pesar de tener más de 12 años construida, no cumple con el flujo vehicular requerido para su correcto funcionamiento. Y gracias a Dios, porque sino los muertos estarían a "dos por chele".
Esto se ve reflejado en el alto costo que deben asumir los usuarios para utilizarla y, como ya sabemos, el Estado dominicano.
Para un vehículo liviano el precio en un sentido es de RD$1,085. En el otro sentido debe pagar lo mismo, para un total de RD$2,170. Esto la convierte oficialmente en la carretera más cara del país (RD$10.18/Km). 18 veces más cara que la ruta estatal.
Esto naturalmente ha influenciado en la preferencia de uso que cualquier usuario dominicano tendrían en comparación con otras carreteras que, dicho sea de paso, están en mejores condiciones de mantenimiento y poseen mejores condiciones de seguridad vial. Ah, y salieron más baratas.
Posee 32 tramos que son muy fieles a la topografía, con un promedio de separación de 2.41 Km entre uno y otro, lo que hace que se pierda totalmente la visual del tramo recto que se aproxima. Es por esta razón que muchos accidentes que ocurren en esta carretera tienen el mismo patrón: un vehículo que rebasó y que no vio a tiempo al vehículo que estaba en el carril contrario.
Posee al menos unas 18 curvas consideradas peligrosas por ser muy fuertes frente a la velocidad de circulación, porque son secuenciadas en S, porque poseen peraltes invertidos (sumamente preocupante), peraltes de bajo ángulo o simplemente sin ningún peralte.
A esto se suma la alta pluviometría de la zona de los haitises, que varía de 1,300 a 2,200 mm de lluvia por metro cuadrado de superficie, lo que indica que la carretera permanece mojada durante la mayor parte del año.
Existen al menos 8 taludes con pendientes inadecuadas que sufren muchos derrumbes y bloquean las canaletas de drenaje.
Al menos 6 de los 12 puentes provocan saltos a la entrada y a la salida, fruto del contraste entre el hormigón rígido del puente y el relleno flexible del pavimento que se asienta, y aunque este problema no es exclusivo de esta vía, sino de todas las carreteras dominicanas, debe ser solucionado con materiales de transición colocados en los aproches.
4 puntos presentan deflexiones (hundimientos) del pavimento fruto del asentamiento de los suelos arcillosos de Monte Plata y de los suelos orgánicos del bajo Yuna, y estas deflexiones en el pavimento pueden provocar accidentes de tránsito cuando se conduce a altas velocidades en vehículos de poca estabilidad.
El tramo del bajo Yuna seguirá sufriendo deflexiones por la presencia de materiales orgánicos que no fueron removidos, como debía ser, sino que fueron dejados bajo la sub-base de la vía, del mismo modo en que las frecuentes inundaciones del bajo Yuna han de quedar represadas del lado oeste de la vía porque ésta actúa como un dique que impide el libre tránsito de las aguas hacia la bahía de Samaná.
Los cruces no están correctamente señalizados y los conductores imprudentes entran desde las vías transversales sin respetar la preferencia de paso.
Estas problemáticas fueron reportadas en 2009, y adivina querido lector, las seguimos viendo en 2021.
No estamos llamando al Estado dominicano a que incumpla con lo establecido en el contrato, pero debe servirnos de ejemplo de que las cosas se hacen bien o no se hacen. Porque muchas personas han perdido la vida en esa carretera y muchas familias se han visto afectadas directa e indirectamente, porque esos 258 millones de dólares adicionales, y los que faltan, pudieron invertirse en otros proyectos de interés nacional para mejorar la calidad de vida de los dominicanos.
No me gusta ofrecer soluciones cuando no hay data, pero de manera general el gobierno del CAMBIO debe ponerse las pilas con el manual de señalización, que aún seguimos usando uno de 1983; la clasificación oficial de las vías en la República Dominicana; el manual de estudios de tráfico requeridos para planificación y diseño de carreteras; levantar data y ponerla a disposición (no pude colocar la cantidad de accidentes que ocurre en la carretera porque no hay información oficial sobre ello); y cojones para no aceptar un fiasco de contrato como ese.
Ah, serviría también meter presos a algunos de los profesionales involucrados en proyectos así, que aún sabiendo que los datos no daban, hicieron que "DIERAN" para ganarse esos chelitos. BYE.
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